¿Por qué no te callas?

A mediados del siglo XVII Diego de Saavedra Fajardo publicaba en Milán una gran obra a modo de espejo y como guía moralizante para gobernantes, Empresas políticas, o Idea de un príncipe político christiano: representada en cien empresas, en cuya introducción advertía: “Gran maestro del príncipe es el tiempo. Hospitales son los siglos pasados, donde la política hace anatomía de los cadáveres de las repúblicas y monarquías que florecieron, para curar mejor las presentes…”. Así, aunque sin tan elevada pretensión, y más bien como crónica ilustrada de un comienzo de siglo, que asimismo es epílogo de una España pasada, se puede entender el conjunto de obras aquí presentado bajo el epígrafe: ¿Por qué no te callas?

Esta famosa apelación fue el dardo que lanzó el rey Juan Carlos al presidente colombiano Hugo Chávez en la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile en noviembre de 2007, siendo él el que más tenía y tiene que callar. Tal y como se iría desvelando tras su comparecencia en abril de 2012, cuando se disculpó ante todos los españoles una vez lograda el alta hospitalaria por las secuelas que le habían ocasionado un accidente en Boutsuana mientras cazaba elefantes: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”.

¿Por qué no te callas? es otro proyecto creativo que se imbrica en una larga tradición de crítica feroz hacia las élites del poder y hacia los malos gobernantes. Recordar, por ejemplo, los Caprichos de Francisco de Goya (1799); los Borbones en pelota, aquella colección satírica elaborada por Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer tras la Revolución de 1868 que tenía por principal protagonista a la reina Isabel II; o las series que realizó el Equipo Crónica en la década de los setenta.

He aquí el resultado de un trabajo que se desarrolló entre el verano de 2020 y la primavera de 2022, en el que recurrí una vez más al ensamblaje, bien en el formato de caja-escaparate de pequeñas dimensiones, bien en el de collages bidimensionales. Empleando, según los casos, objetos, figuritas, recortes de prensa y fotografías originales para componer unas obras en las que prima la ironía y el sentido del humor; todo, bajo la envoltura cáustica que se merece el personaje.